~ música ~

Cap 14: El puñal

No sabía cómo ni por qué, la falta que había cometido era grande y tendría una reprimenda segura. Mi cabeza iba por parajes muy lejanos cuando recordé una de las principales reglas que habían en mi casa: “cuando llegues tarde, tienes que avisar”.

- ¿Qué pasa Trini? Por favor explícame.

- No entiendo qué me pasó, ay Lucas…

- Tranquilízate, respira hondo y cuéntame qué es lo que pasa – le hice caso y respiré hondo, luego busqué mi celular para ver si había sucedido una catástrofe.

- ¿Y? dime luego que ya me tienes preocupado.

- Lucas, son casi las 12.

- Quieres decirme que… ¿te alteras así por la hora?

- Claro que no es por la hora, es que debí avisar que llegaría tarde.

- Oh, tienes razón. Pero no es tan grave.

- Mira – puse mi celular al frente de él para que pudiera ver perfectamente la pantalla.

- Tengo once llamadas perdidas y apostaría mi vida a que todas son de mi casa.

- Entonces no esperes más y llama, antes de que sea más tarde y te regañen por mi culpa.

No fue necesario buscar el número de mi casa porque mis dedos en forma automática digitaron cada tecla en perfecto orden. El teléfono sonó dos veces y al otro lado de la línea contestaron.

- Aló.

- Mamá, lo siento, se me hizo tar…

- ¿Trinidad? Por el amor de Dios, ¿estás bien?

- Si mamá, estoy bien. Debí llamar antes, discúlpame.

- Pero ¿estás bien?

- Si mamá, estoy bien. ¿Por qué lo preguntas tanto?

- Oh Trini, estábamos tan asustados. Yo te llamé muchas veces pero no contestabas y no sabía qué hacer. No te encontrábamos…

- Tranquila mamá, ya te dije que no pasa nada. Sólo que se me hizo tarde y se me olvidó llamar.

Para Lucas debía ser un poco confuso escuchar lo que decía porque repetía una y otra vez “estoy bien”, ponía cara de curiosidad cada vez que lo mencionaba y se veía un poco nervioso. Seguramente se debía sentir culpable de mi olvido, él me había traído a su casa y debido a eso yo no estaba en la mía.

Al otro lado del teléfono se escuchaba como mi mamá hablaba con otras personas y les decía que yo estaba bien y que no había motivo para seguir preocupados.

- Mamá, ¿pasa algo malo?

- Ay hija, no sabes cuanto… ¿dónde estás?

- Emmm, en la casa de Lucas – me ruboricé al contestar.

- Eso quiere decir que, acaso… ¿no estabas con Alexandra?

- Pues si, pero hace varias horas que ella está en su casa. – mi madre profirió un largo suspiro.

- Hija, sería bueno que vuelvas a casa.

- Mamá, me estás preocupando, dime que sucede.

- ¿Tienes como llegar aquí? Porque si no es así le diré a tu padre que pase por ti.

- No te preocupes, voy para allá, un beso.

- Llega pronto hija, adiós.

La conversación me había aturdido y no había entendido casi nada de lo que mi madre había tratado de decirme. ¿Qué estaría sucediendo?

Miré a Lucas, él parecía entender aún menos que yo porque tenía una expresión de confusión en la cara.

- Lucas, necesito que me lleves a casa lo antes posible.

- Claro, no hay problema.

Nos pusimos nuestros respectivos abrigos y salimos a la fría noche. Metí la caja del brazalete en mi bolsillo y me subí al auto mientras Lucas ponía llave en la puerta de salida. Entró en el auto y rápidamente partimos rumbo a mi casa.

- Algo ha pasado pero mi mamá no me dijo.

- Te veías muy extraña cuando estabas hablando con ella.

- Es que no le entendía absolutamente nada. Me preguntó muchas veces si acaso me encontraba bien. Es tan extraño.

- No te preocupes, pronto estaremos en tu casa.

- Gracias.

- Trini, siempre estaré para ayudarte mientras seas una damisela en apuros.

- Me pregunto qué estará pasando.

- Mmm. Trinidad, cuando lleguemos a tu casa, me gustaría entrar contigo.

- ¿Qué quieres hacer qué?

- Es lo menos que puedo hacer, no deben regañarte a ti. Es mi culpa que no estés en tu casa y voy a dar la cara por eso.

- Lucas, no te preocupes, en serio.

- Insisto, quiero pasar. A no ser que tu no quieras.- el sólo hecho de pensar que Lucas iba a conocer a mis padres me ponía los pelos de punta y se me revolvía el estomago de imaginar la escena. Pero por otro lado, Lucas quería defenderme y eso estaba bien, tenía que aprovechar la situación y… probablemente mis padres en algún momento tendrían que conocerlo…

- Está bien, puedes entrar conmigo cuando lleguemos.

No nos demoramos mucho en el viaje. Lucas estacionó el auto y luego nos bajamos apresuradamente.

- Antes de que entremos quiero que sepas algunas cosas.

- Dime.

- Mi padre a veces es un poco desagradable con los chicos pero no lo hace de mala persona, es que se pone un poco aprensivo conmigo pero no es nada en tu contra.

- Está bien, lo tendré en cuenta.

- Y mi mamá es my cariñosa así que, si por alguna razón te abraza, no te asustes.

- Jaja, ningún problema.

- Y, por último, está mi hermana. A veces tiene un sentido del humor fuera de lo común, pero es una buena niña.

- OK, entendido el mensaje.

Cuando abrí la puerta, entré en un mundo desconocido. Adentro de mi casa habían policías caminando de un lado a otro, mi hermana estaba hablando con un oficial y mi madre estaba sentada en un sillón con cara de confundida y los ojos desorbitados.

- Gracias al cielo que estás a salvo. – se dirigió directo hacia mi y me apretó en un fuerte abrazo, después de unos segundo me soltó y empezó a llenarme de besos.

- ¡Mamá! ¿qué es lo que pasa? Por favor, dime.

- No puedo creer que no te pasara nada. Estábamos muy asustados.

En ese momento mi papá bajó por las escaleras y en cuanto me vio, corrió a abrazarme al igual que lo había hecho segundos antes mi madre.

- Papá, ¿podrías decirme que es lo que pasa? No logré que mamá dijera nada…

- Se trata de tu amiga.

- ¿Mi amiga? – recordé lo que mi mamá me había dicho por teléfono - ¿algo le pasó a Alex?

- Me temo que si hija.

Me di media vuelta y miré a Lucas, su piel se había puesto pálida y su cara estaba descompuesta. Volví a mirar a mi papá.

- ¿Qué pasó?

- Es algo, fuerte.

- Dime papá, esto me está superando. ¿Por qué nadie me dice nada?, ¿¡por qué hay policías en la casa!? ¡Quiero que alguien me diga!

Mi mamá me tomó de un brazo y me condujo hacia el sillón donde había estado antes de mi llegada. Lucas me siguió como si fuera un fantasma, al parecer nadie se había percatado de su presencia.

- Ale está herida. – un balde me calló encima, ¿cómo podía estar herida? Hace pocas horas habíamos estado juntas, algo debía estar mal.

- No puede ser, yo estuve con ella unas horas atrás – sentí que todos se callaron y el silencio reinó en la casa. Los policías se acercaron al lugar donde me encontraba y todos los ojos estaban puestos sobre mi.

- Dime hija, ¿a qué hora fue la ultima vez que la viste? – me dolía la cabeza mientras hacía un intento por recordar lo que había sucedido. Trataba de estrujarme el cerebro mientras encontraba la respuesta a esa simple pregunta y no sabía por qué, me sentía en blanco.

- La dejamos en su casa a las 9 con 45.

Silencio nuevamente. Lucas había respondido por mi y recién en ese instante la muchedumbre había reparado en que había alguien más en la casa que no era de la familia Cruz.

- ¿Quién eres? – preguntó un policía.

- Mi nombre es Lucas Gilleman, soy compañero de Trinidad y de Alexandra.

- Lo siento, olvidé presentarlo.

De todos los escenarios que podría haber llegado a imaginar para el día en que Lucas conociera a mi familia, este seguramente era el más bizarro e impensado. Mi padre se dirigió hacia el chico que estaba de pie al borde de la sala y le tendió la mano.

- Lamento decir que no es la mejor ocasión para conocerte pero, es un gusto.

- Emm, el gusto es totalmente mío, señor Cruz. – Lucas le estrechó la mano a mi padre con seguridad y luego del apretón vi como sus facciones se relajaban un poco.

- No quiero ser testaruda pero, ¿podría alguien explicarnos lo que sucede?

En ese minuto llegó mi hermana y se sentó junto a mi.

- Trini, al parecer tu amiga iba en dirección a una fiesta con su novio cuando los asaltaron. A él le pegaron pero, la peor parte se la llevó ella – mis oídos no daban crédito a las palabras de Julieta – a tu amiga la apuñalaron.

Los minutos siguientes fueron como si tuviera metida la cabeza en una cubeta con hielo. Me sentía anestesiada. Entendía menos de la mitad de las cosas que me decían y oraciones sueltas daban vueltas a mi alrededor, “a tu amiga la apuñalaron”, “pensábamos que estaban juntas”, “está en la clínica”, “la pasaron a pabellón” “perdió mucha sangre”, “Trinidad, ¿te sientes bien?”, “responde Trinidad, ¿te sientes bien?”

Era Lucas quien me hablaba. No me había dado cuenta de nada, el chico de mis sueños se encontraba sentado a mi lado, ocupando el lugar que había tenido Julieta cuando me contó…

- Dime por favor que es una pesadilla y que Ale está bien.

- Lo lamento – por primera vez las palabras de Lucas no me calmaron.

Los policías ya se habían ido y nos encontrábamos solos en la sala. Seguramente el resto de mi familia andaría por ahí, dando vueltas por la casa.

Suavemente, Lucas pasó sus dedos sobre mis mejillas y me percaté que seguían un patrón.

- Haz llorado mucho. – hasta que lo mencionó, no me había dado cuenta. Mi cara estaba surcada por lágrimas. Me abalancé sobre él y lo abracé.

- No entiendo nada.

- Tranquila, todo esto es demasiado. Es mucho para ti. – poco a poco solté mis brazos y me alejé lo suficiente como para mirarlo a los ojos. Pensaba decir algo, preguntar algo… pero no salían palabras de mi boca.

- Esta noche han pasado una infinidad de cosas. Habían muchas emociones mezcladas aquí… he podido escuchar… algunos pensamientos.

El hecho de que Lucas recuperara sus capacidades perdidas debió alegrarme pero estaba segura que mi expresión no reflejaba ni el menor atisbo de felicidad.

- Tranquila, sé que te alegras por mi.

- Sss… si.

- No se quién dijo qué cosa porque eran muchas voces y las sentía lejanas pero, tengo una idea de lo que ha pasado con Ale.

- Dime. Por favor.

El chico de los ojos pardos relató la historia como mejor pudo, tomando en cuenta la confusión del momento.

Ale había decidido salir con su novio, el problema era que, ni Lucas ni yo, sabíamos de la existencia de un novio así que, por lógica, asumimos que se trataba de Benjamín. Iban rumbo a una discoteca cuando un grupo de cuatro hombres los interceptaron y trataron de robarles sus cosas. Según la versión del “novio”, no opusieron resistencia pero los tipos se habían querido sobrepasar con Ale, en ese momento las cosas se pusieron feas y comenzó la pelea. Al supuesto novio lo habían pateado en el suelo y había sido alcanzado por el cuchillo que, afortunadamente, sólo lo había rasguñado en un brazo y, al tratar de defender a Ale había resultado con una mano fracturada. A Ale la alcanzó una puñalada perdida, dirigida muy probablemente al novio. Cuando los asaltantes vieron que Ale se ahogaba, debido a que el cuchillo había llegado a uno de sus pulmones, huyeron del lugar y el novio pudo llamar una ambulancia. Lucas dijo que después de eso no entendió nada más.



Al parecer la casa de Lucas era más que sólo una casa.

- ¿Tu escondite?

- Si, aunque debo reconocer que me avergüenza un poco.

- ¿Y se puede saber de qué te escondes?

- No se si hay algo particular, podría ser nada, podría ser todo…

- Ah, veo que lo tienes muy claro – traté de ser un poco irónica en vista de que Lucas había vuelto a construir un muro entre los dos.

- Trini, por favor no pienses que estoy loco.

- Muy tarde para la advertencia.

- Lo digo en serio. Te lo explicaré, le digo “escondite” a mi casa porque siento que eso precisamente es lo que es. A veces me siento ajeno del mundo que me rodea, como si no perteneciera aquí y además es como… si algo me faltara. Y todo se debe a que estoy lejos de Odunia y de mi familia.

- Lejos de tu hogar.

- Precisamente. Aquí puedo ser simplemente lo que soy, no hay secretos, no hay apariencias, sólo yo.

- Creo que ahora te entiendo.

Nos quedamos un minuto en silencio. Lucas aprovechó para encender las luces y yo pude contemplar todo, nuevamente, pero de una nueva perspectiva. Descubrí varios detalles que no podía ver desde la penumbra, en una pared había un cuadro colgado, con lo que yo suponía, era la familia de Lucas, no era una fotografía sino que una pintura. Frente a mi había un gran ventanal que conectaba, seguramente, con el patio; cada centímetro de madera de los muebles estaba perfectamente pulido y brillante, sin ningún rastro de polvo y había tres sillones de color chocolate, al igual que lo demás, eran un material cálido y un poco esponjoso.

- Antes de que me reclames una vez más tu regalo, te lo traigo enseguida. Voy a mi cuarto y vuelvo.

- Emmm, claro. Te espero – me sentí tentada de seguirlo pero pensé que lo tomaría como un acto muy osado, que no tenía que ver con mi personalidad, así que preferí esperarlo en la sala.

Me saqué el abrigo y me senté en uno de los esponjosos sillones para esperar pacientemente. Lucas se demoró un poco en bajar desde su dormitorio pero cuando apareció, traía una pequeña caja negra entre sus manos. Se dirigió hacia donde yo me encontraba y se sentó a mi lado.

- Lo prometido es deuda – lo dijo mientras me tendía la caja para que la tomara.

- Eso quiere decir que hablabas en serio con lo del regalo.

- Claro, yo siempre cumplo lo que digo. Anda, abre la caja.

Con los dedos temblorosos tomé el borde de la pequeña caja y levanté la tapa con bastante cuidado como si esperara que desde adentro saltara algún animal carnívoro. Lucas debió darse cuenta de mis temores porque rió muy despacio. Con un ultimo tirón, la caja se abrió y reveló un grueso brazalete plateado que poseía unos finos grabados de algo que no alcanzaba a comprender. Lo tomé entre mis dedos y lo hice girar para observar cada ángulo de aquella joya tan hermosa. Era suave al tacto y muy liviana pensando en el grosor que tenía, cada detalle estaba prolijamente terminado y no tenía ni el más mínimo error.

- Lucas, ¿es lo que creo que es?

- Depende, si piensas que es un fruto tropical, estás equivocada.

- Vamos Lucas – lo miré a los ojos – sabes a lo que me refiero.

- Jaja, claro que lo se. – se quedó en silencio mientras yo tocaba cada milímetro de mi brazalete – Si, es un brazalete fabricado en piedra del destino, para que vayas a Odunia conmigo.

- Es… precioso. Muchas gracias – sentí como se formaba pequeñas gotas en mis ojos y me impedían ver con claridad. No quería que Lucas viera mi inestabilidad emocional pero tampoco podía hacer algo para contenerme.

- Déjame ver cómo te queda – me arrancó el brazalete de los dedos de forma impaciente y tomó mi brazo izquierdo mientras me subía la manga del sweater, luego colocó el brazalete en su lugar. Apenas estuvo ajustado, los finos grabados emitieron una débil luz azul.

- Creo que te queda bien.

Siguiendo un instinto casi animal, me abalancé sobre el chico de los ojos pardos y me colgué de su cuello. Nunca antes lo había abrazado de ese modo, mis brazos se aferraban a su cuerpo y por nada del mundo quería soltarlo. El lenguaje corporal de Lucas me decía que estaba tan cómodo como yo, sus brazos rodeaban mi cintura fuertemente en un abrazo que parecía sin fin. Después de unos momentos pensé que mi actitud era como para estar avergonzada y ¡puf! Apenas pensé en eso mi cara se incendió y tuve que alejarme de Lucas.

- Mucho más que bien, me queda perfecto, es como… como si hubiera sido hecho para mí. – mi respiración estaba un poco entrecortada por lo que acababa de vivir y Lucas se veía un poco asombrado por mi forma de actuar.

- Emmm, eso es porque fue hecho para ti. Yo ayudé un poco pero todo el mérito lo tienen mi padre y mi hermano.

- ¿Lo hicieron para mí? ¡Son muy amables!

- Es que les había hablado de ti, creo que te conté… bueno, lo importante es que saben de tu existencia y entendieron… quiero decir, están de acuerdo en que viajes conmigo.

- Lucas, esto es muy importante para mí, no sólo confiaste al contarme de tu identidad, me diste la mejor mascota del mundo y ahora me entregas esto que permite que viaje a Odunia. Estoy infinitamente agradecida.

Se acercó y tocó mi mejilla con sus dedos, la distancia que nos separaba era minúscula y casi podía sentir su respiración. Sin duda era la instancia más mágica que había tenido con Lucas y reabría la esperanza de que sintiera algo más que simple amistad por mí.

- Me alegro de que te gustara el regalo.

- Si, me gusta mucho.

Tomó un poco de distancia, respiró hondo y dijo.

- Ha llegado el momento de contarte lo que pasa en mi interior.

- Te escucho.

- Creo… creo que la magia me está abandonando.

- Pero, ¿cómo?

- No lo sé, no está nada claro. Ni mis padres lo entienden. Tengo que ir a hablar con el anciano Rusty, quizás él es el único que sepa y entienda lo que me pasa.

- Y, exactamente, ¿qué es lo que se supone que te pasa?

- Verás, hace un tiempo que no puedo escuchar los pensamientos de las personas. No es que antes fuera algo que controlara mucho, la verdad siempre fue algo espontáneo que aparecía sin intentarlo pero ahora, no escucho nada. Hay un gran silencio en mi cabeza y sólo están mis ideas. Como imaginarás, ya estaba acostumbrado a oír otras voces y esto de no escuchar nada me perturba un poco.

- Pero con “nada” quieres decir, ni siquiera cuando quien está a tu lado está muy emocionado…

- En un principio fue así, cuando recién empecé a perder la capacidad de leer la mente ya no escuchaba a todo aquel que estaba a mi alrededor, la voces se fueron apagando de a poco hasta que sólo quedaban los gritos internos o como dices tu, las emociones muy fuertes, pero ahora, no tengo nada.

- Oh Lucas, esto no está bien. Hay que hacer algo para que te recuperes.

- Me encantaría arreglar lo que sea que está mal pero no se cómo. Incluso en Odunia, esto que me pasa, es muy extraño, de partida, no ves muchos odunianos que controlen dos elementos y nunca había escuchado de alguien que perdiera la magia.

- Lucas, y si fuera que… - quizás mi idea era muy descabellada pero valía la pena plantearla - ¿podría ser que tu magia se está dirigiendo a tu otro elemento?

- Veo que eres muy inteligente Trini, pero lamentablemente no es así. Al principio sentí que la tierra me llamaba más, que mis poderes con la naturaleza se incrementaban, pero eso duró tan sólo unos días… luego todo se fue apagando.

- Pero todavía tienes la tierra ¿cierto?

- Si, todavía la tengo, pero aún así me siento incompleto.

- Lo lamento tanto Lucas.

- Por eso es que ya no comento nada de lo que piensas, porque ahora no se lo que piensas.

- Pero no te pierdes de mucho, ya sabes que siempre ando pensando en burbujas de colores.

- Jaja, si, es cierto, jaja.

Nuevamente nos quedamos en silencio, Lucas parecía perdido en alguna tierra lejana, quizás estaba pensando en su Odunia natal mientras yo trataba de armar en mi cabeza cada detalle de la conversación que habíamos tenido. Tenía que haber alguna solución al problema de pérdida de magia pero era muy improbable que el misterio lo solucionara yo.

Para distender un poco el ambiente y hacer que Lucas saliera de la sombra en que se había sumido le pregunté:

- Lucas, ¿qué significan los grabados que tiene el brazalete?

- Ah, tienes razón, no te lo había dicho. Son marcas en una lengua muy antigua de Odunia, ahora ya nadie la habla pero conservamos los grabados para viajar.

- Pero, ¿sabes traducir lo que dice?

- Claro que sé lo que dice, ¡qué clase de odunianos sería si no supiera! Aunque nunca pude aprender su pronunciación, dice algo así: “para llegar donde quieres, sólo tienes que creer”

- Disculpa pero, pensé que diría algo más profundo.

Al parecer Lucas se ofendió por mi comentario porque no movió ni un músculo mientras me observaba con cara de rencor. Me sentí pésimo por haber dicho algo así y traté de retractarme pero el chico de los ojos pardos fue más rápido que yo.

- No quise dec…

- Si pudieras ir a cualquier lugar en el mundo pero no pudieras llevar a nadie ni a nada, y en tu lugar de destino no tuvieses la posibilidad de comunicarte con ninguna persona ni entablar ninguna relación, ¿estarías feliz sólo porque estás en el lugar que querías?

- Creo que no. – por lo visto, Lucas tenía una visión de la vida bastante más grande que la mía y quizás, eso se debía a sentir la soledad de estar lejos de su familia.

- Ese es el punto. Y qué pasaría si desearas con todo tu corazón, estar con alguien a quien aprecias, a quien amas, y tu deseo fuera tan pero tan fuerte, que gracias a eso pudieras viajar en el tiempo y el espacio para llegar al lugar donde te espera esa persona. Entonces…

- Entonces desearía con todas mis fuerzas estar ahí, y creería que puedo llegar.

- Esa es la idea… Y, ¿dónde te gustaría estar en este momento? – se estaba acercando peligrosamente a mi, sentía que los vellos de todo mi cuerpo se erizaban y en cuanto tu piel tomó contacto con la mía no pude pensar en nada más, su boca se acercaba a la mía, podía sentir su cálido aliento y de pronto, pegué un salto.

- ¡Demonios!

- ¿Qué pasa Trinidad? ¿por qué pones cara de loca?

- ¡Se me olvidó! ¡Me van a retar! ¿Cómo pude olvidarlo?

- ¿¡Olvidar qué!?

- Lucas, tengo que irme. Ahora mismo.




Premios entregados por chivis

Aunque me demoré un poco en subirlos, por fin lo logré!!

Bueno, me voy derecho a los premios



Premio ¿?


1. Agradecer al blog que lo envió.

Muchas gracias chivis, me encantó el premio por lo de ¿? jaja
eres una gran persona, y bueno, por fin estoy subiendo los premios
Gracias nuevamente por considerarme!

Les dejo el blog de chivis para que lo visiten:


2. Decir 10 cosas honestas sobre mi...

1) Me gusta escuchar música pero soy muy mala para cambiar las canciones de mi mp4, es más, no las renuevo desde marzo.

2) Me cuesta mucho decir "feliz cumpleaños", siento que no hay mucho que decir y las cosas que me gustaría expresar, por algún motivo misterioso se resisten a salir de mi boca.

3) No me gusta llamar por teléfono, prefiero mil veces los mensajes de texto.

4) Cuando era pequeña, en el colegio había un niño que estaba enamorado de mi pero era mi mejor amigo y no me gustaba en ese sentido, unos 2 años después de que salimos del colegio me di cuenta que lo quería pero ya era un poco tarde.

5) Le tengo miedo a la amistad, por alguna razón no he podido tener muchos amigos y la vida se ha encargado de separarnos asi que me quedan muy pocos.

6) Mi segundo pololo era un chico obsesivo y me persiguió un año completo después de haber terminado con él, además de enviarme amenazas :S

7) Siempre he sido muy sincera y me he dado cuenta que a las personas, en general, les molesta eso.

8) Soy pésima para los deportes.

9) Las dos veces que di la prueba de selección universitaria, al momento de hacer las postulaciones, marqué sólo una carrera y es lo que estoy estudiando ahora :)

10) Me encanta leer novelas, sobre todo de fantasía y puedo estar hasta muy tarde leyendo porque me resisto a dejar la historia inconclusa, en cambio, cuando tengo que estudiar, usualmente me quedo dormida sobre los libros.

3. Poner el logo del premio en el blog.

Listo!

4. Seleccionar al menos a 8 blogs y notificarles que les dí un premio.




Premio amistad


Las reglas son:

1. Nombrar el blog que ha concedido el premio

La misma personita que me dio el premio anterior, chivis!!!


2. Otorgar al premio a 10 blog.

Hoy ando rebelde y no voy a cumplir esta regla. Primero, porque este premio ya lo he otorgado y segundo, porque hay alguien especial a quien se lo quiero dar y que no tiene blog.

La persona de quien les hablo es Marlen, a ella le dedico el premio amistad porque siempre pasa por mi blog y se da el tiempo de escribir algo. Marlen, eres una super chica y te aprecio mucho por como te has comportado conmigo, espero que sigas pasando por aqui!!
Te mando un beso enorme y un abrazo gigante.

3. Enlazar a quien te dio el premio.

Listo!

A tan sólo una semana


Faltan sólo 7 días para la aparición de Blood Promise, el cuarto libro de la saga de Richelle Mead.

Queda de más decir que estoy ansiosa esperando que pase lo más pronto esta semana!

Aquí les dejo un breve extracto que aparece en la página oficial



http://us.penguingroup.com/static/packages/us/yreaders/vampireacademy/books_bloodpromise.html



Blood Promise


How far will Rose go to keep her promise? The recent Strigoi attack at St. Vladimir's Academy was the deadliest ever in the school's history, claiming the lives of Moroi students, teachers, and guardians alike. Even worse, the Strigoi took some of their victims with them... including Dimitri. He'd rather die than be one of them, and now Rose must abandon her best friend, Lissa – the one she has sworn to protect no matter what – and keep the promise Dimitri begged her to make long ago. But with everything at stake, how can she possibly destroy the person she loves most?




En mi humilde traducción, vendría siendo algo así:


Blood Promise


¿Hasta dónde irá Rose para mantener su promesa? El reciente ataque de Strigoi a la Academia St. Vladimir fue el más mortal en la historia de la escuela, cobró la vida de estudiantes Moroi, profesores y tutores por igual. Peor aún, los Strigoi se llevaron algunas víctimas con ellos... incluyendo a Dimitri. Él prefiere morir antes de ser uno de ellos, ahora Rose debe abandonar a su mejor amiga, Lissa - a quien a jurado proteger - y mantener la promesa que Dimitri le suplicó hacer hace mucho tiempo. Pero con todo esto en juego, ¿cómo podrá ella destruir a quien más ama?



Ahora no resta más que esperar los pocos días que nos separan (o por lo menos a quienes compren el libro a penas aparezca) para saber qué pasa con Rose y Dimitri...





Cap 12: El escondite

La semana terminó normalmente y la siguiente fue aun más normal.

Con los días, la relación que tenía con Pinta se iba afianzando e incluso, en algunos momentos, no necesitábamos hablar porque estábamos pensando lo mismo. No la volví a llevar a la universidad porque llegamos al acuerdo de que se quedaría en mi pieza y yo la dejaría salir por las noches a disfrutar del aire fresco que tanto le gustaba pero, el hecho de tener la ventana abierta durante toda la noche había ocasionado que mi cama se volviera una especie de fortaleza, había una manta sobre otra, porque el invierno cada vez se hacía mas crudo y la lluvia que en un principio había sido débil, se había convertido en tormentas de viento y truenos.

En cuando al estudio, todo iba perfectamente. Había logrado armar un grupo de estudios fenomenal, Ale, Benjamin, Lucas y yo teníamos gran afinidad y nos estábamos convirtiendo en muy buenos amigos. Lucas era un gran aporte sobre todo en matemáticas, Benjamin era excelente con química, Ale no se destacaba en ninguna asignatura específica pero ponía mucho esfuerzo en todas y lograba seguirnos el ritmo. Por mi parte, me dedicaba casi completamente a biología. Nuestro plan consistía en que cada uno debía estudiar algo a profundidad, así cuando nos juntábamos, el más experto en la materia tenía la misión de explicarle a los demás y todos lográbamos entender hasta el más mínimo detalle. Los exámenes estaban cada vez más cerca y a eso había que sumarle los últimos certámenes.

El hecho de dormir tan pocas horas no me favorecía ni con el ánimo ni con la tolerancia pero trataba de mantener mis cambios de humor a raya. Lucas, por su parte, no había vuelto a tener ataques de ira y se comportaba como un gran caballero. Ningún día había faltado a su palabra de pasar por mí en las mañanas y tenía un trato muy amable con todos pero sin dejar su toque de misterio. En algunas ocasiones lo descubría mirándome distraídamente mientras algún profesor dictaba su clase y en cuando nuestros ojos se encontraban, ambos nos sonrojábamos y mirábamos fijamente al profesor de turno.

Un día de finales junio, mientras íbamos los cuatro caminando hacía la cafetería a la hora de almuerzo, Lucas se acercó a mí y me susurró al oído.

- El fin de semana fui a mi casa.

- ¿En serio? ¿Cómo están todos?

- Todo normal, ya sabes, con Graymorcke haciendo de las suyas nada puede estar perfectamente bien.

- Mmm...

- Pero, no todo es triste. Te traje un regalo.

- ¡Un regalo! – mi voz se alzó más de lo que me habría gustado y Benjamín junto a Ale se dieron vuelta para mirarnos.

- Así que ya se hacen regalo los noviecitos –la intervención de Ale no me hizo ninguna gracia, es más, logró que me distanciara por lo menos un metro de Lucas y que mi cara se incendiara.

- No somos novios.

- Claro, claro… como digas – todos seguimos caminando como si nada hubiese pasado pero las palabras de Ale había calado hondo en mí. Hacía bastante tiempo que Lucas no me susurraba al oído y ya estaba extrañando las mariposas en el estómago que causaba su cercana presencia.

El almuerzo fue un tanto incómodo. Jorge acudió a la mesa donde nos habíamos dispuesto a almorzar y preguntó si podía quedarse con nosotros. Sólo faltaba que llegara Lucas a la mesa y la aparición de Jorge no parecía al azar, se sentó a mi lado, ocupando la silla que estaba destinada para el chico de los ojos pardos.

Lucas hacía gala de un autocontrol impresionante porque, aunque se vio invadido por el recién llegado, se mostró alegre y gracias a él, nuestro almuerzo no se convirtió en la catástrofe que pensé se avecinaría en cuanto apareció Jorge.

Como estábamos en pleno fin de semestre, ya no teníamos clases regulares, sólo debíamos ir a la facultad a dar una que otra prueba decisiva pero por suerte para mí, Jorge había faltado a una prueba de cálculo y precisamente en ese momento tenía que dar la prueba recuperativa, de modo que no fue difícil deshacernos de él.

Después del incidente del almuerzo, los cuatro amigos nos dirigimos una vez más a la biblioteca a una nueva ronda de estudios y permanecimos ahí hasta que la cerraron y fuimos obligados a salir de ahí.

Llovía copiosamente así que Lucas se ofreció a llevarnos a todos a nuestras respectivas casas. La más agradecida era Ale que, en un día normal, debía tomar dos autobuses distintos y caminar casi medio kilómetro. Una vez estuvieron Benjamin y Ale en sus casas, Lucas se dirigió directamente a la mía.

- Recuerdo que dijiste que tenías un regalo para mí.

- Veo que tienes muy buena memoria – se quedó pensativo por algunos segundos y luego continuó - ¿te molestaría acompañarme a mi casa?

¡Lucas me estaba invitando a su casa! En mi frágil cuerpo no cabía tanta emoción, no podía creer lo que me estaba sucediendo… quizás, tan sólo quizás, Lucas había pensado en una velada romántica, ¿y si él también sintiera algo por mi? tal como yo lo quería a él…

- No estarás planeando secuestrarme…

- Jaja, quizás, es una buena idea – me quedó mirando directo a los ojos después de estacionar el auto - ¿te atreves?

- Si.

Puso en marcha su auto una vez más pero ya no se dirigía a mi casa sino a la suya, el ambiente se había cargado de una connotación diferente, hasta hace pocos minutos sólo pensaba en estudiar y en las pruebas que se avecinaban. Llegar tarde a casa no era precisamente lo que me perturbaba, de todas maneras era viernes así que no tenía la presión de levantarme temprano al día siguiente, lo que me hacía zumbar el corazón era que iba a estar sola con Lucas, de noche, en su casa, sin nadie inoportuno dispuesto a interrumpir…

No estaba segura de qué esperar cuando se trataba de Lucas, aunque su humor había mejorado, seguía siendo impredecible, su carácter enigmático y un poco salvaje seguía sin cambiar y eso me encantaba porque, a mis ojos, era una de las cosas más atractivas que tenía.

- ¿De qué se trata todo esto?

- Señorita Trinidad, ¿está usted nerviosa?

- Señor Lucas, le ruego no me mal interprete, en ningún caso quise decir aquello que al parecer usted comprendió – ambos reímos de buena gana y una vez que controlamos la risa, pude contestar.

- Nerviosa… no, debe ser que no conozco tu casa.

- Ah, pensé que podía ser algo más – por un momento habría jurado que Lucas se sonrojó pero se empecinó en que pusiera mi atención en otra cosa – quizás debiste traer a tu skillü para que te protegiera de mis garras.

- ¡Qué gracioso! – me quedé pensando un poco, había algo en lo que no había reparado y a mi parecer era algo bastante importante – Lucas, ahora que lo pienso, hace bastante tiempo que no me haces ningún comentario acerca de lo que pienso o siento, ¿está todo bien?

El rostro del chico que estaba a mi lado se ensombreció, sin haberlo planeado había dado en un punto débil de Lucas. Por supuesto que no lo había hecho a propósito, si hubiese sabido que era un tema delicado, probablemente no se lo hubiese mencionado.

- Veo que te diste cuenta – suspiró – mira, falta poco para que lleguemos a mi casa, prefiero que hablemos de eso cuando lleguemos.

- Era simple curiosidad, no te compliques.

- Gracias por tu comprensión pero es algo que hace un tiempo debí contarte.

- Oh Lucas, no te preocupes.

Hasta que Lucas hizo el comentario de la cercanía de su casa no me percaté del lugar donde nos encontrábamos. Estábamos en un barrio bastante selecto y exclusivo, me costaba creer que viviera allí, tenía claro que todo lo que tenía que ver con él era bastante especial pero nunca me había imaginado a Lucas como un niño rico.

Dimos media vuelta por una pequeña placilla con algunas bancas y llena de flores, el auto disminuyó la velocidad y Lucas se estacionó con una maniobra ágil y precisa. Estaba frente a una de las casas más lindas que habían contemplado mis ojos.

- ¿Te gusta?

- Es preciosa.

- Si, pero es un poco grande cuando vives solo.

La casa tenía dos pisos, era de color crema y estaba precedida por un amplio y bien cuidado jardín. A ambos lados había unos enormes robles que parecían custodios o guardianes de algún secreto.

Al acercarnos a la puerta, un farol se encendió automáticamente y me permitió ver el rostro de Lucas, sus ojos brillaban de emoción y se veía un poco nervioso. Probablemente el hecho de haberme llevado a su refugio le había causado conmoción. Puso la llave en la cerradura y la giró dos veces.

- Adelante princesita.

- Gracias valiente caballero.

Por dentro, la casa era aun más impresionante que por fuera, la entrada era amplia, las paredes eran de un tono similar al exterior aunque un poco más claro y la sala estaba perfectamente adornada con muebles de color chocolate, todo parecía combinar y por lo visto ningún detalle había sido dejado al azar. Al centro de la sala destacaba una alfombra muy espesa de color barquillo sobre la que había una mesa de centro con el adorno más espectacular del planeta, era un mosaico fabricado con pequeñas piedras dotadas con la capacidad de relucir con la menor cantidad de luz, cuando me acerqué a observarla con detenimiento noté que no sólo se trataba de una figura sino que era la réplica de un mapa de tierras desconocidas para mí.

- Es muy linda tu casa Lucas.

- Gracias, pero debo decir que mi mamá puso casi todas las cosas que hay aquí. Digamos que tiene un mejor sentido de la estética que yo.

- Bueno, pero aunque no hayas sido el responsable de todo esto, por lo menos lo mantienes de buena forma – aunque hablaba con Lucas, me costaba quitar la atención del mapa misterioso y una vez lo toqué con las yemas de mis dedos se me hizo difícil dejar de hacerlo.

- Veo que te gustó el mapa de Odunia.

- ¿Es Odunia?

- Claro, o pensaste que era Inglaterra…

- En realidad, no.

- Jaja, está hecho con piedra del destino – si me había costado despegar los dedos de aquel hermoso trabajo hasta ese momento, luego de saber de que material estaba confeccionado, me costó aún más.

- Eso quiere decir que… - mis ojos se dejaban enamorar por los destellos azul plateado que otorgaba aquel mapa – cualquier persona que sepa como hacerlo, podría viajar a Odunia desde aquí…

- Lamento decir que no. – Lucas debió ver la desilusión en mis ojos porque me explicó la razón sin que fuera necesario decir algo más – No se puede viajar a Odunia con este mapa porque el material que lo compone no es puro.

- Pero, tú dijiste que es de piedra del destino.

- Si, lo dije. Pero no es pura, es la parte que desechan de la mina porque no tiene la suficiente magia como para transportarte a través de dos mundos.

- Pero si sirve para hacer algo hermoso.

- Exacto.

Lucas se paseó por la sala como admirando cada detalle y rincón, luego me miró directo a los ojos y clamó.

- ¡Bienvenida a mi escondite!




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