Me miré en el espejo antes de salir, no quería que nada extraño me distrajera de mi nueva misión: averiguar cómo Lucas había conseguido mi número telefónico. Apenas salí de casa lo vi, estaba apoyado en su auto esperándome con una amplia sonrisa.
- Hola Bella Durmiente. Hoy no te dejaré llegar tarde a clases.
- Hola Lucas. Gracias por llevarme – me abrió la puerta del copiloto y esperó hasta que estuve acomodada. Cerró la puerta con un movimiento ágil y subió por su lado del auto.
- ¿Lucas?
- Si.
- Hay algo que quiero preguntarte.
- Si estás pensando en eso, estás equivocada – su respuesta me tomó por sorpresa.
- ¿Qué quieres decir?
- Que no me robé este auto – rió burlonamente.
- Claro que no estaba pensando en eso, lo que quiero saber es cómo conseguiste mi número telefónico.
- Con magia.
- Otra vez la magia. Eso es fantasía, no puedes esperar que crea que todo lo haces con magia.
- Te equivocas, puedo esperarlo… y de hecho lo hago. ¿nunca has pensado cómo o por qué aparecen los arco iris?
- Jaja, ¿crees que voy a creer que vienen unas hadas y dibujan en el cielo cada vez que hay un arco iris?
- No es exactamente así, pero si, y si no lo crees ahora, ya lo harás.
En ese momento me di cuenta de que algunas veces Lucas era más extraño de lo normal, pero que a pesar de eso me agradaba estar con él.
El día en la universidad no fue de los mejores, empezando porque las clases fueron un fastidio y siguiendo por el raro comportamiento de Lucas, apenas llegamos a la facultad dejó de hablarme. No lo vi en toda la tarde, ni al día siguiente, ni al siguiente.
El lunes siguiente me lo encontré en la entrada de la facultad, yo iba caminando con Ale y Benjamín cuando lo vi. Era extraño hablar con Lucas porque nunca sabía si su ánimo iba a hacer que me saludara o que me ignorara. Pero aquel día se veía distraído.
- Hola Lucas, ¿cómo estás?
- Trinidad, yo…
- No tienes muy buena cara, creo que deberías dormir mejor.
- No es un buen día, anoche no dormí y tengo muchas cosas en mi mente. Pero me gustaría hablar contigo después de clases.
- Claro.
Sentí las clases increíblemente largas, estaba impaciente por saber qué se traía entre manos el chico de los ojos pardos. Cuando por fin sonó el timbre que indicaba el fin de las clases de ese día, estaba tan ansiosa que apenas lograba armar una frase coherente.
- Lucas, ya terminaron las clases, supongo que ahora puedes contarme qué es lo que te pasa.
- No te lo voy a contar, te lo voy a mostrar. Pero no hoy, todavía no.
No dijo nada más, sólo se fue.
¡Qué tenía este chico que lograba tenerme intrigada todos los días! Estaba en mis cavilaciones internas cuando Jorge me alcanzó y caminó junto a mí.
- Hace días que no hablamos, y todavía me debes una disculpa por no haber ido a mi fiesta. Lloré toda la noche por tu ausencia.
- Ay Jorge, no seas niño chico. Ya te dije que me sentía mal, no fue nada en contra tuya.
- Parece que tu amigo Lucas no piensa lo mismo. Es muy rarito él.
- ¡No es rarito! Sólo es diferente. Y además, no es mi amigo, somos compañeros de clase. – no supe por qué lo defendí de esa forma tan refleja y automática. Debió ser porque aunque Lucas si era extraño a mis ojos, también había sido atento conmigo al llevarme a casa cuando me sentía mal.
- Está bien, está bien, no diré nada más de él si me ayudas a estudiar para el examen de Cálculo de la próxima semana – al decir eso, puso ojos de cordero y me miró suplicante.
- Disculpa Jorge, es que no estoy muy bien en Cálculo, la verdad es que yo también necesito que alguien me ayude.
En ese momento llegó mi salvación. Alé venía corriendo con unas hojas en la mano y una sonrisa del porte de una montaña.
- ¡Trini! Mira lo que tengo.
- ¿Qué pasó Ale? Vienes con una cara de euforia.
- Es que el otro día estuve conversando con unos chicos de segundo en la cafetería y ¡mira! me pasaron unas guías de ejercicios para la prueba de Cálculo. Me dijeron que si lograba hacerla completa, seguro me iría bien en el examen.
- Fantástico – dijo Jorge, por un momento había olvidado que estaba ahí – ¿cuándo y dónde nos juntamos a estudiar? Alé me miró con cara de interrogación. Pensé que sería muy maleducado de nuestra parte que le dijéramos que no queríamos estudiar con él así que, contra mi voluntad lo invité a mi casa.
- Creo que no hay nada que hacer para mañana así que podríamos juntarnos esta misma noche para empezar la guía. Los espero en mi casa a las 8 en punto, ¿les parece bien?
- Excelente – dijo Jorge.
- Muy buena idea, pero creo que nos vas a tener que hacer un mapa porque no sabemos tu dirección.
Les indiqué como llegar pero Ale era muy mala recordando direcciones así que hice dos pequeños mapas, uno para ella y otro para Jorge.
Fuimos a la biblioteca en busca de algunos libros que nos pudieran servir. Cada uno tomó dos libros con títulos como “Cálculo avanzado para alumnos de ingeniería” y “Mil ejercicios de ecuaciones y cómo resolverlos”. Fuimos hasta la parada de buses y nos dirigimos cada uno a nuestras respectivas casas.
El viaje se me hizo largo, había mucho tráfico y llegué a mi casa cerca de las 7 de la tarde. Mi papá abrió la puerta, iba saliendo muy apurado y con cara de preocupación.
- Hola papá, ¿pasó algo que llevas cara de preocupado?
- Si, llamaron del colegio de Julieta, parece que hubo un accidente en un laboratorio y llamaron a todos los padres para que vayamos.
- ¿Le pasó algo a Juli? – pregunté alarmada.
- No, tranquila. A ella no le ha pasado nada pero la profesora dijo que sería mejor que fuera a recogerla. Bueno, ya es tarde así que me voy, tu madre está adentro por si tienes más dudas.
- Está bien, adiós – se metió en el auto y salió rápidamente.
Crucé el umbral de la puerta, me dirigí a la cocina y me encontré con mi mamá, tenía una expresión de angustia.
- Hola Trinidad, escuché que te encontraste con tu papá en la entrada.
- Si, me dijo que había pasado algo en el colegio de Juli.
- Si, creo que unos compañeros estuvieron jugando con unos químicos y quemaron algo, pero parece que no es nada grave.
- Eh, que bueno que Juli está bien. Mamá, a las 8 van a venir dos compañeros a estudiar.
- Ay Trini, no es el mejor momento.
- Lo sé mamá pero ya me comprometí. Prometo que estaremos tranquilos, además tenemos que estudiar Cálculo, no hay nada más aburrido que eso así que estará todo en silencio.
- Bueno, les voy a preparar la mesa para que estudien tranquilos.
- Gracias mamá – le di un gran abrazo
- Y se puede saber quienes vienen…
- Si, viene Ale y Jorge.
- Ale es tu amiga cierto.
- Si mamá.
- Pero ese Jorge, ¿quién es?
- Emmm, sólo un compañero que está tan perdido en los número como yo jaja. Voy a subir a mi pieza a arreglar las cosas que necesito para mi maratón de Cálculo.
- Está bien, mientras tanto les prepararé algo para comer.
- ¡Eres grandiosa mamá!
Subí a mi pieza a recolectar todas las cosas de Cálculo, mi cuaderno, mi calculadora y muchas hojas. A las 8 en punto sonó el timbre. Bajé a abrir la puerta, era Jorge.
- Hola Trini
- Hola Jorge, pasa.
- ¡Esperen! – Ale venía a
- Venía gritándote de hace como 3 cuadras – le dijo a Jorge.
- Disculpa, no te escuché.
- Si, me di cuenta. Parece que voy a tener que entrenar más mi garganta por si necesito volver a gritarte.
- Jajaja, será mejor que entremos y empecemos a estudiar ahora mismo. - Los llevé hasta la mesa dispuesta para nosotros.
- Yo ya tengo mis cosas listas, libros, calculadora, hojas… sólo falta la guía y que nos pongamos a hacer maravillas.
- Si, aquí esta la guía – dijo Ale – manos a la obra.
La famosa guía era interminable, 22 hojas de ejercicios matemáticos que prometían una larga noche y un gran dolor de cabeza. Llevábamos pocos minutos cuando llegó Juli y mi papá.
- disculpen chicos, voy a ver a mi hermana. Vuelvo en seguida.
- Claro, te esperaremos con ansias – dijo Jorge.
En el vestíbulo estaba mi hermana. En cuanto me miró vi sus ojos de preocupación y, en su mejilla derecha una gran mancha azul.
- Juli, ¿qué te pasó?
- Recuerdas a Andrés, un compañero mío medio loco y desordenado. Bueno, a él se le ocurrió hacer unas mezclas raras en Química e hizo explotar un matraz. Y, yo estaba al lado suyo. La profesora dice que lo azul se me pasará en una semana.
- Bueno Juli, no es tan malo. Vas a ser una versión renovada de Hulk jaja
- Muy graciosa. Vamos a ver si piensas lo mismo mañana después de que esta noche te raye la cara con plumón permanente.
- Ay Julieta, era una broma. Siento mucho lo de tu cara, pero pensemos que es una semana, podría ser aún peor.
- Si, no saco nada enojándome, tienes razón.
- Ya, ahora que se que está “casi bien” tengo que volver, estoy estudiando con unos compañeros.
- ¡Qué entretenido! No sabes cuanto te envidio hermanita.
Hice rodar mis ojos y volví con mis compañeros. Cuando entré, estaban exactamente igual que cuando los había dejado. La única diferencia es que se habían acumulado más papeles arrugados en el suelo. Seguimos con la maratón y sólo paramos una vez para comer algo. Cuando ya eran la 1 de la mañana nos dimos por vencidos y dejamos de estudiar, habíamos llegado a la hoja 9 de la guía, eso significaba que tendríamos otro día de estudio. Le pedí a papá que fuéramos a dejar a los chicos a su casa porque ya era muy tarde como para que se fueran solos. Llegamos de vuelta a casa pasadas las 2. Fui directamente a mi cama a dormir, estaba muy cansada y me dolía mucho la cabeza. Recuerdo haber puesto la alarma del despertador y nada más. Sólo me dormí. Últimamente me estaba durmiendo sin siquiera darme cuenta.
La semana continuó normalmente. Excepto porque Lucas cada día parecía más cansado y no me hablaba. El martes nos volvimos a juntar con Ale y Jorge en mi casa para seguir con la guía de Cálculo. El miércoles nos quedamos en la biblioteca de la universidad a terminar lo último que faltaba.
Cuando eran cerca de las 9 de la noche y sólo me faltaban 2 ejercicios, Lucas apareció mágicamente y se me acercó.
- Trinidad, puedo hablar contigo un segundo.
- Claro – miré a Ale y le dije que volvería de inmediato. Quería saber que cosa extraña tramaba Lucas pero también quería terminar luego con la guía para no tener que verla nunca más.
Salimos de la biblioteca y fuimos a una banca cercana. Estuvimos en silencio por unos minutos. Empecé a impacientarme, hacía frío, ya era tarde, tenía que seguir estudiando y el hecho de estar sentada junto a Lucas en la oscuridad hacía que me pusiera más nerviosa.
- Y bueno, ¿qué querías decirme? – si me quedaba callaba un momento más iba a empezar a hiperventilar así que decidí romper el silencio. Pero Lucas no respondió. Esperé un poco más y lo volví a intentar.
- ¿Qué pasa, te sucede algo malo? – esta vez si respondió.
- ¿Recuerdas el primer día que viniste a la universidad?
- Claro que lo recuerdo.
- Esa fue la primera vez que te vi y cuando lo hice, me di cuenta que había algo especial en ti. – Sus palabras hicieron estragos en mi autocontrol, cada vez estaba más nerviosa y el hecho de que Lucas fuera guapo no me ayudaba a controlar cuando mis mejillas se sonrojaban. Por suerte todo estaba oscuro y no podía verme con claridad.
- No quiero que pienses que me estoy declarando ni nada parecido – esa oración causó que un hielo recorriera mi espalda. De pronto no entendía nada. ¡Por qué tenía que ser tan extraño!
- Qué pena, yo pensaba que me ibas a pedir matrimonio jaja – una broma podría distender un poco el ambiente, y de paso me dejaría respirar un poco.
- Jaja, no, si quisiera pedirte matrimonio no lo haría así. Pero por favor no me distraigas que de verdad tengo que decirte algo importante.
- Disculpa. Te escucho.
- Creo que te habrás dado cuenta que yo no soy lo que la gente diría “normal”. Y aunque muchos piensen que soy aislado y engreído, no es así. Soy diferente, no puedo negarlo. Pero no es por las razones que todo piensan. No se trata de dinero, de belleza, popularidad ni inteligencia. Soy diferente porque vengo de un lugar… diferente… - La conversación se empezaba a poner buena cuando de pronto apareció Jorge y nos interrumpió.
- Trini. Disculpa que interrumpa tu conversación secreta con Gilleman pero con Ale pensamos que es tarde y nos vamos a ir. ¿Te vienes con nosotros? – miré a Lucas y dije:
- Es que estoy hablando algo importante.
- No, Trini va con ustedes.
- Pero Lucas…
- Trinidad, mañana seguimos hablando – cuando dijo esto se acercó a mi. Jorge hizo un sonido extraño pero eso no logró desconcentrarme de lo cerca que estaba la cara del chico de los ojos pardos de mi propia cara.
- Nos vemos mañana – dijo esto y me besó en la mejilla. Se paró rápidamente y se alejó.
La actitud de Jorge se me hacía bastante molesta en algunos momentos, sobre todo con lo que acababa de hacer. Lo que más me desagradaba era su tendencia posesiva, era como si no quisiera que hablara con otros chicos, especialmente con Lucas después de lo que había pasado en la cafetería. Cuando entré a tirones en la biblioteca al lado de Jorge, escuché el estruendo de una motocicleta. Ya no había nada que hacer, Lucas se había ido y a mí me esperaban unos libros en casa.
1 Comment:
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yo pensé que lucas sería un chico normal con algún don, pero parece que no es así... de donde viene?? pq se le ve tan cansado?? qué quería decirle?? ufff obligada a seguir leyendo!! jajaj
linda historia!!
maysu