Por lo que acababa de oír, no era precisamente un objeto lo que me había arrojado al suelo. No podía distinguir nada a mi alrededor debido a la luz. Traté de apoyarme sobre mis manos pero en el suelo había numerosas piedrecitas que se incrustaron en mis palmas así que no seguí intentando.
De una forma tan inexplicable como apareció la luz, se fue; pero mis ojos se demoraron un poco en acostumbrarse al nuevo entorno. Sólo podía oír.
- ¿Qué demonios te ha pasado Lucas?
Aquella voz era profunda y estaba marcada con un dejo de rabia. Hacía vibrar el aire a mi alrededor y colmaba el ambiente de una singular fuerza. Era potente y abrasadora.
- ¿Quién eres? – me atreví a preguntar.
- Esa pregunta debería hacerla yo.
Cuando mis ojos por fin se acostumbraron a la penumbra, pude ver al sujeto que estaba sobre Lucas. Era un hombre joven aunque mayor que yo, debía tener unos veinticinco años, o por lo menos, eso aparentaba. Vestía una ropa fuera de lo común, estaba ataviado con unos pantalones negros y una polera oscura, sobre ella llevaba una especie de chaqueta de cuero sin mangas y cargaba una especie de bastón en su espalda.
Aunque había sido bastante grosero conmigo, eso no me impedía ver que era bastante guapo. Su espalda era ancha y se podía ver sus brazos bien marcados debajo de su ropa. Tenía el pelo un poco largo y desordenado que producto de la lluvia, se pegaba en algunas partes a su rostro. A un costado de su cara, tenía una fina cicatriz que le daba un aspecto más interesante. Sus ojos eran de un azul profundo y me daban la sensación de ser traspasada por aquella mirada.
Tomó fuertemente a Lucas y lo alzó entre sus brazos.
- Hey, ¿qué haces?
- Veo que lo tuyo no es la inteligencia. – su voz y desprecio era tan potente que provocaba que el frío se apoderara de mi cuerpo una vez más.
- No te atrevas a llevártelo.
- Claro, y dejarlo morir a tu lado es lo más sensato. – comenzó a caminar sin prestarme atención.
- ¡Detente! – paró en seco y giró lentamente para hacerme frente.
- ¿Para qué? ¿Por qué querría perder mi tiempo hablando contigo? – caminé con decisión los metros que nos separaban, pensaba hacerle frente pero, antes de poder acercarme demasiado, giró nuevamente y caminó más deprisa.
- ¿A dónde lo llevas?
- A casa.
¿A casa? ¿Quién era este chico? ¿Sabría todo lo relacionado con Lucas?
Caminaba con seguridad entre los árboles e inexplicablemente, sin preguntar ninguna referencia, llegó al lugar donde se aclaraba el bosque.
- Hey, para de una vez. – intentaba seguirlo pero era muy rápido y empezaba a quedarme atrás.
- No. – siguió caminando, esta vez más rápido gracias a que ya íbamos a través del pasto y no había nada a lo que hacerle el quite para no caer.
Se dirigió hacia el auto de Lucas. Tomó al chico de los ojos pardos con un solo brazo mientras con la otra mano registraba sus bolsillos. Cuando dio con la llave que buscaba, abrió la puerta del auto y metió a Lucas en el asiento del copiloto. Cuando por fin logré alcanzarlos, iba jadeando por el esfuerzo físico al que no estaba acostumbrada.
- Qué…
- Cállate si no vas a decir algo inteligente.
- Por qué…
- Shhht – me hizo callar.
Sacó un diminuto frasco de su chaqueta que contenía un líquido plateado. Abrió la boca de Lucas y estaba preparado para dejar caer su contenido en su boca. Retuve su mano con toda mi fuerza y le impedí continuar.
- ¿Qué es eso que pretendes darle a Lucas?
- Esto – dijo mientras se liberaba de mí como quien sacude una pelusa – es lo que le salvará la vida – vertió todo el líquido en la boca de Lucas y lo ayudó a tragar.
Me empujó con el hombro y cerró la puerta. Rápidamente rodeó el auto y abrió la puerta del piloto. En vista de que era absolutamente inútil tratar de retenerlo, me metí lo más rápido que pude para no darle la oportunidad de dejarme y llevarse a Lucas.
- Veo que eres bastante molestosa. – su voz denotaba un hastió profundo.
- Si, y puedo serlo más si me lo propongo. – aquel chico me estaba irritando demasiado.
Era la hora de que yo también fuera desagradable. No iba a dejar que un desconocido me hablara así, sin siquiera defenderme.
Miré a Lucas y pegué un salto.
- Está rosado.
- ¿Qué? Acaso esperabas que se pusiera verde – no le presté atención al entrometido que manejaba y me apoyé en el respaldo del asiento donde estaba Lucas, me asomé y toqué su mejilla. Estaba notablemente menos frío.
- Lucas, por favor despierta.
A pesar de que tenía mejor aspecto, seguía sin reaccionar. Aunque el chico le había dado algo que al parecer le hacía bien, no sentía ni el más mínimo asomo de confianza. Obviamente aquel joven sabía cosas que yo desconocía y lo más seguro era que conociera bastante bien a Lucas.
Empezaba a sentir un gran desagrado por aquel desconocido y por alguna razón, era incapaz de elaborar frases coherentes frente a él, así que decidí no decir nada más durante el viaje y me dediqué a acariciar la mejilla de Lucas y decirle al oído que necesitaba que abriera los ojos mientras trataba de no pensar en que estaba empapada y tiritando debido a la sorpresiva lluvia.
Como iba preocupada de Lucas, dejé de ver el camino y confié en que llegaríamos a un lugar seguro. En unos pocos minutos nos encontrábamos en la casa de Lucas. La lluvia había cesado.
El chico bajó del auto y se dirigió a la entrada, hizo algunos movimientos extraños con las manos y la puerta se abrió.
Me bajé del auto para ayudar a bajar a Lucas pero el desconocido era muy rápido y ya estaba a mi lado. Me apartó y tomó a mi objeto de preocupación una vez más.
- Toma – dijo mientras me tiraba una llaves a la cara- Ya que sigues aquí, por lo menos se útil y ponle llave.
Me tragué las infinitas respuestas e insultos que pasaron por mi cabeza y me limité a ponerle seguro al auto de Lucas. Cuando terminé, me dirigí hacia la casa y entré.
No veía el lugar en que se encontraban los dos chicos así que decidí buscarlos.
- ¿Dónde estás?
Mi pregunta resonó en vano pues nadie respondió. Me dirigí hacia las escaleras, recordaba que el dormitorio de Lucas estaba en el segundo piso y seguramente el extraño lo había llevado hasta allí. Subí cuidadosamente y en silencio esperando escuchar algún indicio del estado de Lucas o algo que me diera alguna pista de quién era el chico que me golpeó en el parque.
Una vez que llegué al segundo piso, me percaté de unas pequeñas gotas que salpicaban la fina alfombra que recubría el piso y decidí seguirlas. Me encontré con un estudio, un baño y una pieza vacía en el camino. Ya casi al final del recorrido, quedaban sólo tres puertas. Las manchas de agua se dirigían hacia la penúltima del lado izquierdo, que daba hacia el frente de la casa. Me acerqué a la puerta y escuché susurros provenientes del interior.
- ¿Lucas?
- Ah, veo que sigues por aquí. – ahí estaba el sujeto.
Lucas estaba tendido en una cama, seguramente era la suya. Estaba semidesnudo, y a su lado se encontraba el joven que se apostaba de rodillas y con cara de preocupación.
- Si, sigo aquí. Al igual que tú – agregué.
- Hey, ¿por qué se supone que no debería estar aquí?
- Pues no lo sé. Así como tampoco se quién eres.
- No lo sabes aún.
- No.
El chico se puso de pie y me miró. Sentí un escalofrío en cuanto nuestros ojos se encontraron en una silenciosa disputa. Había algo en esos ojos que me resultaba conocido. Algo en mi interior me decía que a pesar de lo desagradable que me resultaba, él no era una mala persona.
- Emm, siento haber sido descortés contigo. No era mi intención – me acerqué un poco – estaba preocupada por Lucas.
- No te disculpes – un ligero resplandor pasó por sus ojos – no me ofendo por humanos que no significa nada para mí.
- Para. Una cosa es que trate de ser amable contigo, pero no voy a aceptar que me trates de ese modo.
- Así que no vas a aceptar… ¿y quién eres tú para aceptar o no aceptar algo?
- Soy una muy buena amiga de Lucas, y en vista de que no sé quien eres tu… - respiré hondo – te pido que te vayas. Yo me encargaré de cuidarlo.
El joven rió estrepitosamente, me asusté al pensar que el ruido podría perturbar a Lucas, pero él no se movió.
- ¿Qué yo me vaya?
- Si, eso dije.
- Lo mejor será que te vayas tú – siguió riendo mientras me miraba con desprecio.
- ¿Y quien eres tú para decirme eso?
- Que quién soy yo… pues yo, soy el dueño de esta casa.
Este chico me tenía realmente intrigada. Conocía a la perfección a Lucas y sabía donde se encontraba cada cosa. Obviamente conocía la casa a la perfección pues debía de haber llegado directamente a la habitación pero, ¿sería él el dueño de la casa? De ser así, ¿por qué Lucas vivía en una casa que no le pertenecía? De pronto me dí cuenta de un gran detalle; a pesar de conocer algunas cosas importantes de Lucas, muchos aspectos de su vida me eran desconocidos, como su vida antes de llegar a la universidad.
- Lucas es el dueño de esta casa.
- Pues, si… y no. - ¡diablos! Cada respuesta de este chico me dejaba con más preguntas. Era tan misterioso y seguro de si mismo. Era tan engreído.
- Explícate. – rodó los ojos en señal de desagrado.
- Quiero decir – lo dijo lentamente – que esta casa le pertenece a la familia Gilleman.
- ¿Y eso qué tiene que ver contigo?
Volvió a reír ruidosamente y unos mechones de pelo cayeron seductora y malévolamente sobre su rostro.
- Tiene que ver conmigo porque… - disfrutaba cada latido desesperado de mi corazón, disfrutaba con mi angustia – soy Marco, el hermano de Lucas.
1 Comment:
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- Alba Gautier Parthenopaeus said...
27 de septiembre de 2009, 15:53tuvo genial el cap ^.^
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