~ música ~

Premios otorgados por Lili

Premio Amistad




Este premio tiene las siguientes reglas:

1. Nombrar al blog que ha concedido el premio.

Muchisimas gracias Lili! me encantó el premi de la amistad (y el blog dorado tambien) eres muy linda al haberme dado estos premios, lo valoro mucho mucho mucho
A todos, los invito a que visiten el blog de Lili porque está simplemente genial: http://historias-angelsuicide.blogspot.com/

2. Elegir 10 blogs que merezcan el premio y notificarselo en su blog.

Al final los pongo porque voy a dar los 2 juntos :D





Premio Blog Dorado




Y las reglas son:

1. Poner el premio

Listo!

2. Enlazar al blogger que te lo entrega

"Mis propias paranoias" de Lili: http://historias-angelsuicide.blogspot.com/

3. Eligir a 10 blogs para premiar

Aquí van (espero les gusten los premios):

Aqui tienen 10 blogs increibles para elegir y sumergirse en sus historia y novedades, realmente son geniales!!!

4. Informar a cada uno de los elegidos a través de un comentario en su blog

Oka


Premio baby novel


Reglas:

1. Agradecer a quien te lo entregó.

Muchas gracias Victoria! me encantó el premio y me diste una sorpresa gigante, muchas muchas gracias, eres muy linda al otorgarme este premio


2. Mencionar que fue lo que te inspiró para crear tu blog.

Uy, está un poco difícil. Desde pequeña me ha gustado mucho leer y hace unos años, tenía la costumbre de escribir bastante, con el tiempo empecé a hacer otras cosas y este lado quedó un poco oculto. Ahora que me la paso casi todo el tiempo estudiando, trato de distraerme con cosas que me agraden así que me dedico a escribir mi historia... luego pensé - por qué no la comparto con otras personas y así me dicen si les gusta o no.
Y bueno, aqui estoy, escribiendo y compartiendo.


3. Darselo a 3 blogs que consideres lo merecen:



4. Contar un chiste

Aqui se me puso dificil porque soy pesima contando chistes pero, aqui va...

- ¿Qué le dijo un pato a otro pato en las olimpiadas?
- ¡Estamos empatados!

Se que no es muy "chistoso" pero no me acordé de ninguno mejor.
Espero que les guste el premio


xoxo




Cap 9: La nueva integrante

A la mañana siguiente desperté apenas sonó mi reloj, en un segundo estaba fuera de la cama llena de alegría y entusiasmo por el día que me esperaba. Fui la primera en estar vestida y hasta preparé el desayuno para todos. Recuerdo que dentro de mi, podía sentir un calor especial, algo ocasionaba mi buen ánimo y yo sabía con certeza de lo que se trataba.

Como prácticamente me tragué el desayuno, tuve mucho tiempo desocupado antes de que Lucas pasara por mí así que me quedé molestando a mi hermanita en el comedor. De pronto sonó mi celular, tenía un mensaje de texto:

Por favor discúlpame, no puedo pasar por ti.

- ¡Diablos!

- Ese vocabulario Trinidad…

- Disculpa mamá.

Subí casi volando la escalera, mis pies casi no tocaban los peldaños, y me encerré en el baño. ¡No podía ser! Miré una vez más mi celular, nada había cambiado a pesar de que tenía la esperanza de haber visto mal. Lucas no pasaría por mí, eso sólo podía significar que estaba arrepentido de haberme contado su secreto, se sentiría culpable, no quería verme nunca más. Era impresionante como en unos pocos segundos mi humor había cambiado radicalmente.

Mi cabeza daba vueltas y tuve que sentarme para no caer de bruces al suelo.

- ¿Por qué te pasan estas cosas? ¿es que acaso no puedo tener un día normal?

- Obviamente no.

- Pero…

- Pero nada, tu sabes, yo sé, que tienes un imán para los problemas, era demasiado genial que Lucas se fijara en mí, era demasiado que me contara algo tan importante.

Cuando se me pasó el mareo y pude ponerme de pie, deje la conversación que tenía conmigo misma y me acerqué al lavamanos, miré hacia el frente. La imagen que me devolvía es espejo no era alentadora, mis ojos reflejaban tristeza, mi cuerpo reflejada tristeza, yo, toda yo, estaba triste.

- Vamos Trini, no te vas a dejar decaer, no por esto.

Me lavé la cara, respiré profundo y salí del baño rumbo a mi pieza, tomé mi bolso y me dirigí a la universidad.

Me constó una enormidad tomar autobús, como esperaba que Lucas pasara por mí no tenía que salir tan temprano, pero en vista del nuevo panorama, ya estaba atrasada. Llegué a la facultad con 40 minutos de retraso así que ni siquiera pretendí entrar a la sala, me fui directo a la biblioteca para pasar el rato.

Divagué por los pasillos rodeada de miles de libros, me fui a la parte en que estaban las novelas y tomé una, luego, caminé hacia el fondo de la biblioteca y me senté en un rincón mirando hacia la ventana. No quería saber de nadie, sólo quería sumirme en una estúpida novela y olvidarme de lo que había pasado esa semana.

Suspiré largamente y miré el libro que estaba en mis manos, era “El Principito”. Desde que tenía recuerdos, había adorado ese libro, definitivamente era mi favorito. Recuerdo que me gustaba porque era de fácil lectura cuando era pequeña pero una vez que fui creciendo y entendiendo las cosas más complejas de la vida, el libro iba tomando nuevos sentidos y cada párrafo tenía un nuevo significado que me encantaba averiguar.

Leí y leí, sin parar, hasta el capítulo X donde dice:

"He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos."

No pude continuar leyendo, me dolía tanto que Lucas me dejara sin ninguna explicación. ¿Qué podía haber ocurrido para que desapareciera así? Su mensaje no me daba ninguna luz, sólo decía que no iría por mi, nada más, ninguna pista, no había nada.

Mientras esperaba a que llegara la hora para poder entrar a clases, miré por la ventana. Justo frente a mi había un álamo, de vez en cuando caía una hoja y fue insoportable la visión, ¿por qué todo tenía que recordarme a Lucas? No podía sacar de mi mente como flotaban las hojas y las flores a mi alrededor… Por fin llegó la hora que esperaba, podía salir de la biblioteca.

- Maldito árbol.

Cuando llegué a la sala me encontré con Ale y Benjamín.

- ¿Qué te pasó? No te vi en clases – me dijo Ale.

- ¡Hola chicos! Es que me quedé dormida – no tenía caso que se dieran cuenta de mi estado de humor así que preferí mentir.

- Gilleman tampoco llegó, ¿andaban juntos? – la pregunta de Benjamín logró posar una nube negra sobre mi cabeza.

- ¡No! Desde ayer que no lo veo.

- No le den vuelta al asunto, son sólo coincidencias – Ale era mi salvadora, me salvaba una y otra vez.

- Bueno, será mejor que entremos a la sala, no pretendo perderme otra clase.

El resto del día no fue más que pensamientos oscuros y monosílabos como interacción con cualquiera que me dijera algo. El día corría lento, muy lento. Yo seguía con la esperanza de que iban a aparecer unos ojos pardos en cualquier momento, esperaba que Lucas llegara a disculparse y me explicara la razón por la que no había llegado a mi casa… pero no sucedió. A la hora del almuerzo lo busqué con la mirada pero no estaba en ningún lado, no podía encontrar sus ojos y sin embargo, no podía sacarlos de mi mente.

Pasó toda la tarde y Lucas no apareció, faltaban apenas 10 minutos para que terminara la última clase del día y ya me había hecho la idea de que ese día no lo vería, era absurdo que siguiera con la esperanza de que llegara. Cuando el profesor dio por terminada su clase, ordené mis cosas lentamente mientras Ale me apuraba, no quería llegar a mi casa porque estaba segura de que en mi pieza me deprimiría aún más, estaba cansada de esa sensación, no quería sentirme así, ya no quería más. Cuando por fin tuve todo dentro de mi bolso, salimos de la sala. Como estábamos en una sala del segundo piso tuvimos que dirigirnos a la escalera… de pronto todo cambió.

Eso era insólito, no podía estar ocurriendo. Me restregué los ojos, seguramente me estaban engañando y me mostraban algo que anhelaba pero que ciertamente era falso. Abrí los ojos y mi visión seguía ahí: Lucas estaba al pie de la escalera.

Bajé lentamente sin oír nada de lo que Ale me decía, en mi mente sólo había espacio para tramar mi venganza, era mi oportunidad de averiguar hasta que extremo Lucas podía leer mi mente así que pensé en cada mala palabra que había escuchado en mi vida, cada insulto imaginable, cualquier palabra hiriente me servía… todas estaban dedicadas para él. Cuando llegué al último escalón, me puse frente a Lucas.

- Señorita Trinidad, su mente está muy sucia, ¿qué diría su madre si supiera la cantidad de insultos que es capaz de dirigirle a un humilde chico que se postra a sus pies?

- Sólo te quería poner a prueba, además te portaste horrible hoy.

- Hey, ¡esperen! Parece que me perdí de algo – se me había olvidado que Ale estaba a mi lado.

- No es nada importante, sólo que este desgraciado me dijo que pasaría por mí en la mañana, pero no apareció.

- Uy, Lucas, de verdad que no quisiera estar en tu lugar. Bueno, antes de que empiece la pelea, creo que me voy. Adiós chicos.

- Hasta mañana Ale – le dediqué la más venenosa de mis miradas a Lucas en cuanto Ale se alejó. ¿Qué acaso creía que podía jugar conmigo de esta forma? Pero estaba equivocado, no le iba a poner las cosas fáciles.

Lucas se me quedó mirando de una forma tan dulce, era como si nos hubiésemos quedado congelados en el día anterior, parecía como si no me hubiese dejado esperando, era como si desconociese los insultos que segundos antes le había dedicado.

- Una vez más te pido que me disculpes.

- Y crees que es así de sencillo, decir disculpa y nada más.

- En lo absoluto. Me he dado cuenta de tu humor “especial”, así que te traje algo.

- ¡Qué feo Lucas! Ahora pretendes comprarme, no esperaba eso de ti.

- Por favor, deja de pelear conmigo – me tomó del brazo y me condujo hacia un pequeño parque cerca de la facultad, como ya había oscurecido tenía que hacer un esfuerzo para no tropezar con las piedras o raíces que me encontraba en el camino. Finalmente llegamos a un asiento que estaba entre dos grandes robles, era el mismo asiento que ocupé mi primer día en la universidad cuando había descubierto a Lucas espiándome.

- ¿Me vas a decir ahora que es lo que tramas?

- Si vas a estar a la defensiva será mejor que hablemos mañana.

- Esta bien, me voy a comportar como toda una señorita.

- En ese caso, te voy a contar lo que sucedió en la mañana – me miró con sus profundo ojos pardos y aunque estábamos casi en plena oscuridad pude ver su brillo interior, no me demoré nada en olvidar el enojo y la tristeza, de pronto todo eso se había esfumado y estábamos sólo nosotros dos – Ayer, después de que te dejé en tu casa, estuve pensando mucho en lo que ocurrió. Cuando llegué a mi casa pensé y pensé… y seguí pensando. Llegué a la conclusión de que debía viajar urgentemente a Odunia.

- ¿Qué hiciste qué?

- Eso, viajé a Odunia. Necesitaba hablar con mis padres. Pero no te preocupes – debe haber notado el tono verde que tomaba mi piel cuando sentía nauseas y estaba nerviosa – no pasa nada malo sino todo lo contrario.

- ¡Me asustaste!

- Si, muchas chicas me dicen lo mismo.

- Qué gracioso jaja. – me encantaba cuando Lucas trataba de relajar los ánimos y hacía que me sintiera un poco más normal.

- Bueno, hablé con mis padres y también con Marco, mi hermano. Les conté sobre ti. – Una vez más sentí como si el corazón se escapara de mi pecho y fuera directamente hacia mis rodillas, sentía que todo me temblaba y volvía a hacerme presa de mis nervios – Tranquila Trinidad, de verdad no pasa nada malo.

- Es que me pone un poco nerviosa el tema.

- Insisto, no pasa nada, sólo escucha.

- Esta bien.

- Como te decía, hablé con casi toda mi familia, no pude contarle a mi hermana porque estaba en el internado. Les hablé de ti, les dije que te conté mi secreto. Al principio las cosas se pusieron un poco turbias, sobre todo por mi hermano, él cree que es un poco peligroso que un humano normal sepa de Odunia pero creo que logré hacerlo cambiar de opinión.

- Ay Lucas, no te quiero causar problemas.

- Nada de problemas, en serio, deja de pensar en tragedias. Pensaba partir anoche pero pensé que no sería lo más apropiado llegar a mi casa a oscuras, como te dije, todo el asunto de Graymorcke es un poco serio y tratamos de no andar solos de noche así que decidí esperar a que amaneciera. Luego me acordé de ti y de que te pasaría a buscar así que esperé a que fuera una hora más o menos prudente para avisarte, no quería despertarte. – a medida que escuchaba la voz de Lucas, sentía que mi corazón poco a poco, volvía a su sitio.

- Así que te envié el mensaje, después de eso me fui. Hablamos toda la mañana y gran parte de la tarde pero entendieron mi punto de vista.

- ¿Y cuál es tu punto de vista?

- Es… - a pesar de la oscuridad pude sentir que se sonrojaba – que eres una chica muy agradable y que por fin, después de muchos años creo que encontré una amiga humana, sin ofender por lo de humana.

- No te preocupes alienígena.

- Jaja, mira Trini, lo que pasa es que la gente como yo no está acostumbrada a crear lazos con gente como tu. Es muy difícil encontrar un oduniano que se relacione con algún humano.

- Entiendo, eres como el bicho raro y yo vendría siendo como tu mascota.

- Mmm, algo así. Y, como te sientes muy identificada con las mascotas, te tengo un regalo.

- ¿Un regalo para mí?

- Exacto, acompáñame a mi auto, ahí te espera.

Una vez más mi corazón viajaba a través de mi cuerpo, claro que esa vez se situó en el centro de mi estomago y latía muy rápidamente. Lucas me hizo seguirlo por la oscuridad hasta que llegamos a un estacionamiento, una vez más estábamos en la facultad.

- Sube al asiento de adelante, ahí te espera tu regalo - ¿cómo podía esperarme un regalo? En ocasiones Lucas ocupaba palabras un tanto extrañas pero, en cuanto abrí la puerta entendí a qué se refería.

- Sube y cierra la puerta antes de que le de frío y se enoje.

- ¿Cómo esta cosa tan hermosa se va a enojar?

- Eso lo dices porque aún no la conoces.

Entré en el auto y tomé en mis brazos a mi pequeño regalo, era la gata más hermosa del mundo, tenía los ojos de color miel y su pelaje era una mezcla de rubio, rojo y café, tenía figuras como las de un tigre en su lomo y me miraba con unos ojitos expectantes.

- Es una skillü hembra.

- ¿Eso es una forma rebuscada de decir “gato”?

- Jaja, no. Su raza es skillü, es un animal oduniano, aunque de verdad parece un gato.

- Es preciosa. Muchas gracias Lucas, en serio te lo agradezco mucho.

- Es lo menos que podía hacer después de no cumplir mi palabra.

- No te preocupes, ya lo olvidé.

Me quedé mirando a mi mascota nueva, era realmente hipnotizante, al igual que Lucas tenía unos ojos profundos que me llegaban al corazón. En cuanto empecé a acariciarla se puso a ronronear al igual que un gato común.

- Trini, debo advertirte algo. Los skillü cambian de forma

- ¿A qué te refieres?

- Es un poco difícil de explicar.

- Trata de hacerlo pronto que me pones nerviosa.

- Mira, los skillü son unos animales increíbles, llegan a tener una conexión impresionante con sus dueños y darían todo por defenderlos. En ciertas situaciones se transforman, son algo así como un león.

- ¿Un león? Cómo es que esta cosita pequeña llega al tamaño de un león.

- Cuantas veces te lo voy a decir Trini, tiene que creer en la magia.

- Si, la magia…

- Pero no te preocupes porque cambian solo en ciertas circunstancias, no creo que llegues a verla en su forma grande.

- ¿y que tendría que pasar para que ocurriera eso?

- Bueno, hay ciertos odunianos que afirman que hablan con sus skillü, tiene una conexión envidiable… pero cuando sus amos se ven amenazados o están en peligro, son capaces de transformarse y defenderlos incluso hasta morir.

- Es increíble – miré a mi pequeña skillü y le pregunté - ¿tu pequeña, harías eso por mi?

Fue más como una pregunta retórica porque no esperaba que me respondiera así que me sorprendió demasiado cuando me miró a los ojos y luego afirmó con su cabeza.

- Waw, esto es sorprendente, ¡es increíble!

- Te lo dije.

Lucas me había hecho el regalo más genial del mundo, tenía una mascota mágica. No llegaba a dimensionar el lugar que tomaría en mi vida pero desde el primer momento que vi sus ojos color miel, me enamoré de mi skillü.

- ¿Cómo la llamarás? – pensé por unos segundos hasta que el nombre vino a mi mente como por arte de magia, mi skillü volvió a asentir y supe que ése era su nombre.

- Se llamará Pinta.




Cap 8: Un nuevo comienzo

Una vez en el auto de Lucas, mi cabeza seguía procesando información a mil por hora, había tantas cosas que quería saber que ni siquiera sabía por donde empezar a preguntar.

- Trini, te recomiendo que te calmes un poco porque tus sentimientos me están sobrepasando y quiero que llegues viva a tu casa, no vaya a ser que choque con un árbol en el camino.

- Discúlpame, es que lo que me acabas de contar es algo tan… grande

- Si, lo entiendo pero, acuérdate que a veces siento cosas, y tú estás tan emocionada que siento que la cabeza me da vueltas.

- Lo siento, te juro que no es mi intención.

- Lo sé, lo sé, pero debes tranquilizarte.

- Está bien.

Puso en marcha su auto y al principio íbamos muy lento hasta que me empecé a calmar, a medida que tomaba control sobre mis emociones, Lucas se veía más tranquilo y sereno, de a poco comenzó a acelerar hasta que íbamos a una velocidad razonable.

- Bueno, ahora que estás más tranquila creo que podemos seguir hablando. ¿Tienes alguna pregunta?

- Si, la verdad es que tengo muchas, pero empezaré con una – aunque llevaba una sólida lucha con mi emoción casi descontrolada, tenía que aclarar mis ideas para poder preguntarle algo a Lucas, con el desastre interno que tenía, debía concentrarme mucho para poder armar una oración coherente – cuéntame de tu familia.

- ¿Mi familia? Realmente me sorprendes, con lo que te acabo de mostrar, pensé que me preguntarías otras cosas.

Lucas tenía razón, había miles de cosas que quería saber pero por algo tenía que empezar, y prefería que fuera lo menos caótico. Lo miré fijamente, él estaba concentrado en el camino pero por una milésima de segundo me devolvió la mirada. Cada vez que nuestros ojos se encontraban sentía como si miles de hormigas recorrieran mi piel, me sonrojaba y me faltaba el aire, sus ojos tenían un gran control sobre mí y estaba segura que podría pasar un día completo mirándolos sin tener necesidad de nada más.

- Claro que quiero saber más, pero primero quiero conocer de tu vida, por eso me interesa tu familia.

- Buen punto. En Odunia vivía con mis padres y mis dos hermanos. Cuando era pequeño, mi padre era uno de los administradores de la mina de la Montaña Negra pero después de que Graymorcke empezó a perseguir a los elementistas todo cambió.

- Mmm..., Lucas, no entendí nada.

- Oh, claro. Lo que pasa es que en Odunia hay una historia antes y después de Graymorcke.

- Y quién es el famoso Graymorcke.

- El oduniano más terrible de la historia, bueno, además de su padre.

- Algo así como el chico malo de la película…

- Exacto, justo como el chico malo de la película. Graymorcke se dedica a cazar elementistas para quitarles sus poderes. Desde que empezó, se apoderó de la Montaña Negra, de ahí se extraía un metal muy preciado por los odunianos, la piedra del destino, mi padre trabajaba en una mina donde se extraía, pero eso fue antes de la era de Graymorcke.

- ¿Qué tiene de especial esa piedra?

- Que sin esa piedra, nadie puede entrar o salir de Odunia.

- Oh, ya veo, es muy importante.

- Así es. Poco antes de que Graymorcke se apoderara de la Montaña Negra, mi hermano mayor había empezado a trabajar con mi padre, los dos se dedicaban a construir objetos del destino.

- ¡Todo suena tan fantástico!

- Si, y así lo era antes, todo era genial en Odunia, nadie se preocupaba por nada, todos éramos felices.

- ¿Y qué pasó con tu padre y hermano?

- Cuando Graymorcke construyó su castillo en la cima de la Montaña Negra ya no se pudo extraer más la piedra del destino y se hicieron muy codiciados los objetos del destino que habían sido fabricados ya que si por algún motivo nos quedamos sin ellos, no podremos volver a Odunia nunca más.

- O salir de ahí.

- Exacto.

- ¿Y qué forma tiene los objetos del destino?

- Son muy variados, depende de quien los posea y de la utilidad que les quieran dar. Por ejemplo, en mi familia, las mujeres usan un brazalete y los hombres usamos una medalla.

- Entiendo.

- Mira, ésta es la mía – se metió la mano en el cuello de su chaleco, rebuscó y pronto pude apreciar una cadena que, hasta ese momento, no había llamado mi atención. Con gran agilidad se la sacó del cuello y me la ofreció. En cuanto la medalla que colgaba de la cadena tocó mi piel, sentí la misma sensación de el aire tibio que acompañaba a las flores danzantes, la magia de Lucas.

- ¿Qué te parece?

- Es preciosa – en mis manos tenía la medalla más perfecta que había en el mundo, tenía unos 5 centímetros de largo y era de una forma ovalada, parecida a las placas que usaban los hombres en las guerras con su identificación, pero ésta era realmente bella. El metal era plateado y suave, en la cara externa había un grabado apenas distinguible por lo delgado y delicado que era, ayudándome con la luz del atardecer pude ver que tenía un entramado de enredaderas, unas finas ramitas con hojas, y en lugar de flores, habían unas pequeñas estrellas que adornaban el grabado. Por la parte de atrás no había nada, o por lo menos, nada que mis simples ojos humanos pudieran apreciar.

Era increíble la confianza que Lucas había depositado en mí, en mis manos tenía la única forma que él poseía para volver a Odunia y me la había ofrecido como si fuera lo más normal del mundo.

- Si este es tu objeto del destino, y es tan codiciado como dices, ¿por qué me lo pasar así, sin ningún problema?

- Principalmente porque no creo que estés lo suficientemente loca como para salir del auto cuando vamos a 100 Km./h.

- Tienes razón, no había pensado en eso.

- Y, la otra razón es que confío en ti.

- Gracias.

Miré por última vez la medalla de Lucas y como colgaba perfectamente de su cadena que, probablemente, también estaba fabricada con piedra del destino. Luego se la devolví a Lucas pero no la aceptó.

- Sacarme la cadena mientras estoy manejando no es tan complicado como ponérmela, me podrías ayudar.

- Claro, ¿qué quieres que haga?

- Pues, ponérmela en el cuello, si no es mucho pedir.

- Claro, ningún problema – mis manos empezaron a temblar y mi corazón se aceleró enormemente, no estaba acostumbrada a tal cercanía entre nosotros y sería la primera vez que tocaría su piel. No podría creer que no me diera cuenta de ese detalle hasta ahora, nunca había tocado a Lucas, excepto esa vez en que besó mi mejilla. Sería la primera vez que mis dedos tocarían su piel y el hecho de pensar aquello hacía que mis nervios aumentaran de forma impensada. Lentamente y con una gran concentración, logré dominar mis temblores y acerqué mis manos a su cuello. Pasé la cadena rápidamente para no obstaculizarle la visión, no quería que por mi torpeza chocáramos contra un poste o atropelláramos a alguien. Una vez que la cadena estuvo alrededor de su cuello, tomé la medalla con una mano mientras que con la otra tomaba en cuello de su chaleco. Fue ahí cuando lo toqué. Su piel era lisa y tibia, la piel más perfecta que hubiese conocido, estaba segura que las estrellas de Hollywood pagarían cualquier cosa por tener una piel así. Deslicé la medalla hacia el interior y me alejé. Si apenas ese roce había causado tantas sensaciones en mi, no sabía como sería si Lucas me tocara.

Todo lo relacionado con Odunia me resultaba fascinante e increíble. Julieta tenía razón cuando dijo que Lucas sería alguien importante en mi vida. Después de la revelación que había tenido esa tarde, nada volvería a ser igual.

- Trini, ya llegamos a tu casa.

- No puede ser, ¿cómo no me di cuenta?

- Estabas muy concentrada en la conversación.

- Lucas, no me puedo quedar así, hay tantas cosas…

Lucas puso un dedo sobre mis labios y no pude hablar más. Me miró profundamente y yo sentí como si nunca más fuera a volver a respirar, mis pulmones no querían funcionar y la cabeza me daba vueltas, sentía mi corazón a la altura de la garganta y el vello de todo mi cuerpo se erizó. Cuando quitó su mano, tomé una gran bocanada de aire y él se rió.

- Sé que debes tener muchas dudas pero ya es tarde, mañana tenemos clases y prometí traerte temprano a casa.

- Las clases ya no importan, ¿no lo entiendes? Ahora todo es diferente, nada es igual a como era esta mañana. No puedes esperar que me quede así después de lo que me contaste.

- Sé que mi vida y todo lo que me rodea es nuevo para ti, incluso a mi me maravilla de vez en cuando pero, Trini, tienes que vivir tu vida, y eso quiere decir que mañana volverás temprano a la universidad. No puedo permitirme ser una mala influencia para ti.

- Pero Lucas…

- Nada de peros, mañana te pasaré a buscar para ir a la facultad y si quieres, podemos seguir hablando. Por ahora tienes que descansar, no quiero ser el culpable de que te de un colapso nervioso.

- Pero es que yo no quiero dejar el tema hasta aquí.

- Trini, por favor. Entiende que para mi también es algo nuevo. Los odunianos no tienen permitido revelar nuestra condición a personas normales ¿entiendes?

- ¿Eso quiere decir que quebraste alguna ley?

- No precisamente, pero no es algo común, nosotros no solemos “mezclarnos” si es que me entiendes. Es tan extraño como que un gato sea amigo de un ratón o como que un león sea vegetariano, son cosas que no suceden.

- Entonces no debiste contarme nada – no entendía por qué Lucas había decidido dejarme entrar en su mundo si eso le causaría problemas.

- No se trata de eso Trini, mírame.

Estaba tan avergonzada que no era capaz de mirarlo a los ojos, estaba segura que en cuanto lo mirara, se daría cuenta de mi remolino interno y que descubriría lo que sentía por él y eso no era justo. Yo tardé meses en darme cuenta que lo quería y él, en tan sólo un segundo sabría lo que yo sentía. No podía mirarlo, esos ojos pardos me delataría. No podía mirarlo.

- Lucas

- Trinidad – posó su mano sobre la mía y tuve que luchar contra mis deseos de tirarme sobre su cuello. – mírame.

- No quiero.

- Vamos, no muerdo. – buscó mis ojos una y otra vez hasta que lo consiguió, una vez que caía en su profundidad se me hacía casi imposible dejar de mirarlo.

- No te sientas culpable, si te lo conté es porque quería y – hizo una pausa – porque quiero que sepas sobre mí. No estoy arrepentido de habértelo contado, de hecho, no estoy arrepentido de nada de lo que haya sucedido en mi vida que tenga que ver contigo.

- Lucas, eres tan tierno.

- Jaja, me lo dicen constantemente.

- Jaja.

- Ahora, vas a entrar a tu casa y vas a actuar con normalidad ¿de acuerdo?

- Está bien.

- Y mañana te pasaré a buscar para ir a la facultad. En el almuerzo, sólo si quieres, podremos seguir hablando.

- ¡Claro que quiero!

- Entonces tenemos un trato.

- Si, tenemos un trato – me tendió su mano para estrechar la mía de idéntica forma como los hacían los hombres de negocios, nunca antes había imaginado que Lucas podría ser una persona tan buena a la hora de subirme el ánimo.

- Hasta mañana bella durmiente.

- Hasta mañana chico misterioso.

Me bajé del auto y caminé hacia mi casa, una vez en la puerta me volteé a mirarlo. Lucas me observaba fijamente, se despidió con la mano y puso en marcha su auto. Me quedé mirando como se alejaba y cuando lo perdí de vista, entré.

Puse la llave en la puerta y la giré lentamente, sentía como si mi cerebro estuviera en cámara lenta. Una vez adentro me encontré con Julieta.

- Veo que las cosas marchan bien entre tú y Lucas.

- Hola querida hermana, estoy muy bien, muchas gracias por preguntar. ¿Cómo estuvo tu día?

- Trini, no seas así, no ahora que te acabo de ver en el auto del chico que dices que es “sólo un compañero”.

- Y es sólo un compañero. Por favor Juli, no me molestes con eso hoy.

- Está bien, pero seguiré mañana.

- A veces pienso, “¿cuándo crecerá mi pequeña hermana?”

- ¡Qué graciosa! Toma, te dejé algo para comer, los papás salieron.

- Gracias pequeña hermanita.

- De nada hermana grandota.

Después de comer y ver televisión por unos minutos con mi hermana, subí a mi habitación. Todavía me hervía la cabeza con todas las cosas nuevas que sabía acerca de Lucas y de mis sentimientos por él.

No estaba segura de si lo que sentía era correcto, quizás Lucas sólo me quería como una amiga, en realidad nunca había dado señales claras de querer otra cosa conmigo. Habían días buenos y días malos, tanto como me trataba bien, también podía ser un chico grosero y mal educado. No había privilegios ni tratos especiales, hasta esa tarde.

Me puse a pensar en la primera vez que lo vi, lo recordaba perfectamente, yo había llegado atrasada y el profesor Rodríguez lo había hecho notar, ése fue el primer día que vi a Lucas Gilleman, fue nuestro primer encuentro. Recordé como pocas horas después lo había encontrado mirándome y como a los pocos días había tratado de ayudarme con Jorge, en ese momento no era capaz de imaginar lo que pasaría después y cómo nuestras vidas llegarían a tener algo tan grande en común: su secreto.

Era como volver a empezar, como si cuando las flores giraban en torno a mí y me encontré con aquellos ojos pardos fuera la primera vez que los miraba, todo lo anterior ya no tenía importancia. Mi vida tomaría un vuelco gigante a partir de ese momento, todo empezaría desde cero y cualquier hecho pasado se transformaría en una imagen nebulosa y poco clara. La historia de mi vida estaba a punto de cambiar y yo podía sentir eso.




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